16/3/12

El camino del colmillo II


A través de las tierras ardientes

1

Tras un mes de viaje Cola Jorobada se encontraba en el límite de la montaña mayor, se había tomado su tiempo para alimentarse en exceso y acumular grasa acechando pacientemente mientras cazaba a un Terasaurden, su cuerpo yacía ahora en su estómago como alimento extra y a sus pies descansaban los despojos que había despedazado cuidadosamente, la columna permanecía intacta así como el pico y sobre todo las alas ligeras y anchas que le ayudarían a soportar la travesía por el desierto, el sol ya estaba arriba y en el campo yermo unas cuantas flores crecían en montones dispersos y violáceos, la tierra se hacía estéril a medida que se iba hacia el horizonte, Cola Jorobada agarro el Tera mordiendo el pico duro y se complació al ver que no se desgastaba por su mordida, con un giro del cuello se lo echó a la espalda cuidando que el cuello largo y delgado reposara sobre su propio cuello para estabilizar el peso de las alas, ahora si, debidamente equipado salió corriendo al desierto mientras la tierra aún estaba firme

En medio de la arena una araña reposaba tras haber pasado la mañana recolectando el escaso rocío para beber, su tela estaba a punto cubierta de arena y ella esperando para saltar sobre su presa, un movimiento la distrajo y se asomó para ver si alguna criatura se movía, en lo alto de una duna un remolino se alzaba emitiendo aire hacia abajo en todas direcciones, una serpiente pasaba cerca maniobrando para evitar estar demasiado tiempo pegada a la arena haciéndose un nudo retorcido a medida que se desplazaba, el remolino se movió hacia ella y al posarse encima le araño la piel con su viento afilado, la serpiente se volvió mordiendo al creerse atacada por un ser volador pero sus colmillos no encontraron más que aire, el remolino se hizo más grande y aumentaba de velocidad hasta producir profundos cortes en la serpiente, su sangre formaba hilos en el aire mientras trataba de escapar hundiéndose en la arena, forcejeó con el remolino siseando desesperada ante la incomprensión para finalmente escapar cuando el remolino perdió el interés

El aire se elevó de nuevo llevando la sangre a su centro en una espiral escarlata que se amasaba hasta formar una esfera que se extendió alargándose como la propia serpiente de la que provenía, un extremo se abrió imitando una boca y el remolino se dispersó dejando caer la sangre en un baño de gotitas como un segundo rocío para luego dispersarse en una dirección que ningún animal habría podido entender, la araña salió de su trampa y se dedicó a beber un poco de esa sangre antes de que otra criatura la encontrase

Pasaron los días y Cola Jorobada caminaba pacientemente a través del desierto, ya no corría pues la arena se tragaba su velocidad como bebía el agua de su cuerpo, casi era mediodía y el calor pronto sería demasiado feroz para desafiarlo así que se dedicó a hacer un agujero para echarse como había aprendido de las serpientes, Cola Jorobada excavó hasta encontrar arena fresca y se dejó estar sobre su panza, el viento arreciaba a ratos dejándolo cómodamente semisepultado y las alas del tera servían bien para complementar la sombra, aguardaba mordiendo el pico para evitar que el viento se las llevara, la extensión árida no tenía comparación a nada que hubiese conocido a excepción del mar que había visto de cuando en cuando al bajar sobre la orilla del rio, viendo esa extensión de arena meciéndose al viento se preguntó si no tendría sus propios monstruos descansando muy abajo donde no podían ser molestados, no había visto ningún monstruo verdadero y quizá nada podría superar a la hidra pero la inmensidad simplemente era difícil de admitir, lo incomodaba

Abrió la boca y rugió tan fuerte como pudo pero ni siquiera había rocas que le devolvieran el eco así que hundió el hocico en la arena para sentir el oculto tacto frio
Sintió algo duro en la punta de si nariz y extrañado revolvió un poco más la arena hasta dejar expuesta una concha

¿Concha?

No tenía nada más que hacer así que vertió su curiosidad de carnívoro en ella y se dedicó a examinarla, no parecía gran cosa, una espiral blanquecina formada por varios anillos como tantas otras que había visto en las orillas del mar y ocasionalmente en algún rio, la criatura que la portaba fue vieja antes de morir, el calor no pasaba y en su desgana la mordió un poco pero la rompió sin querer dejando expuestos los colores del interior que resplandecían bajo el intenso sol, se veían bien

El viento arreciaba y Cola Jorobada lo sintió presionando su cuerpo como un rival rozándolo, incitando al combate, el viento formó un remolino y le rasco la piel, nunca había visto una cosa como esa pero la empujo de un cabezazo y se sentía de forma diferente, de algún modo similar al rastro de magia pero de algún modo completamente diferente, casi en la misma diferencia al sentir el toque del agua y el calor del fuego a su alrededor, fuerzas similares al ser de volumen envolvente ¿entonces que era esa cosa que se sentía como magia?

El remolino oscilo un poco cambiando de derecha a izquierda y supo que lo estaba observando, evaluando sus capacidades de un depredador a otro, Cola Jorobada extendió una de sus garras intentando sentir su fuerza o el grosor de su cuerpo y la criatura silbó cuando le hizo un corte en el costado a la misma altura de su garra extendida tan suave que apenas y podía sentirlo, en un toque de revelación se giró tan rápido como pudo para darle un golpe de cola y casi al instante recibió una ventisca tan ancha como él mismo comprobando así que estaba siendo imitado

Se lanzó intentando morder lo que fuese y por un momento supo que lo había logrado pero no tenía nada, a partir de ese momento se enfrascaron en una serie de embestidas y ventiscas frontales que nada lograban y en todas las ocasiones Cola Jorobada supo que lo había alcanzado pero nunca sentía nada ¿era un engaño? ¿Una estrategia de cazador o de presa?

De pronto se le ocurrió que nunca había visto nada como esa criatura ni siquiera en sus merodeos por los bordes del desierto y que por ello también podría ser un viajero llegado de sus propias tierras lejanas así que se detuvo y extendió el rostro hacia el frente dispuesto a hacerle saber

El viento se quedó quieto
Cola Jorobada supo de sus mordidas arañando a la criatura tan letales e inútiles como el fuego sobre su propia piel y supo que incluso al morderlo no podría dañarlo, de la nada su mente se vio inundada por una estampida de cosas que no sabía y que se sucedían a toda velocidad, casi no comprendía nada de lo que ahora sabia, apenas retazos de direcciones y tamaños, el conocimiento de que en otros lugares había cosas grandes y pequeñas y tantas cosas que danzaban a través de su cabeza sin alcanzar a afianzarse de ningún lugar pero detrás de ese conocimiento vio a la criatura rugiéndole a su propio modo

¿Acaso estaba siendo atacado?

Pensó en las mordidas que creyó haber dado y se le ocurrió que tal vez la criatura lo estaba atacando de una forma tan inútil como él lo había hecho y se lo hizo saber

La criatura se agitó muy pero muy levemente, Cola Jorobada lo había arañado con su pensamiento

Se quedaron inmóviles

« ¿Paz?» le preguntó

« ¿Paz?» recibió en respuesta

La arena se movió haciendo un hueco cuando la criatura decidió sentarse y Cola Jorobada recogió el tera que había dejado caer sin darse cuenta, tomándolo del pico  lo elevo de un jalón por encima de su cabeza y al frente esperando que la criatura lo tomara pero eso no sucedió así que se lo volvió a echar a la espalda

Esperaron

Simplemente no sabían que hacer

Aburrido Cola Jorobada miró hacia la extensión del desierto y se preguntó cuánto faltaba, toda esa nada de arena seguía siendo demasiada sin un objetivo al cual seguir


2

Cuando el sol se movía y comenzaba a atardecer mientras ambos seguían inmóviles intentando comunicarse, la completa ausencia de nada los obligaba a mirarse mutuamente o aburrirse, Cola Jorobada había comprobado que la luz se desviaba ahí donde se sentaba la criatura pero el aire seguía su curso sin notarlo, también había notado que le respondía mejor cuando se mostraba curioso y que sus demostraciones de fuerza no le atraían en nada
«Desierto» dijo la criatura

«Extensión, veinte radios de visión sobre el tamaño de tu especie, población, densidad menor al uno por ciento de tu habitad original, temperatura aceptable con un sistema de refrigeración improvisado»

Cola Jorobada alzó la cabeza sorprendido de escucharlo comunicándose pero lo estaba más por el tono que por la expresión misma, no mostraba las sensaciones que acompañaban la comunicación de las criaturas que conocía, su habla era toda simple, sin desviarse por las diferencias de especies y sobre todo la cantidad de información que había expresado decía más de lo que podía captar pero de algún modo tenía sentido

Cuando era una cría de dos años estaba buscando presas y por casualidad un par de adultos pasaron a su lado sin verlo, uno de ellos le comunicaba al otro sobre un tipo de animal que migraba y que se habría ido al otro día, según dijo eran pequeños, de la mitad del tamaño de un tyrano y presas fáciles así que fue corriendo hacia el claro donde se suponía que descansaban para encontrarse con criaturas que serían pequeñas para un adulto pero que a una cría le parecían enormes, ahí fue cuando por primera vez entendió los matices de comunicación con los que estaría lidiando el resto de su vida pues cada criatura transmitía las cosas desde su punto de vista y con el tiempo aprendió a calcular las diferencias para hacer una estimación sobre la realidad pero la criatura no mostraba ninguno de esos matices y simplemente soltaba información que se asentaba en su cabeza con una completa coherencia respecto del mundo

«Humedad, menor a una parte sobre diez mil, alimento, necesidad satisfecha en un ochenta por ciento a niveles óptimos, desgaste final aceptable, estructura, superior al promedio, capacidad para cazar casi cualquier cosa sin mutaciones»

«Te saludo, Cola Jorobada»

Obviamente le había dicho su nombre al principio en la primera demostración de fuerza pero al escucharlo no parecía impresionado y su saludo no mostraba necesidad de establecer una posición

«Te saludo criatura» « ¿Quién eres?»

«Soy Base Doscientos, numerado así entre los sirvientes receptores de la Unidad Prismática»

El nombre no le decía absolutamente nada pero ya era algo

«Estoy viajando para recopilar información de este mundo»

La criatura dijo “mundo” y obviamente se refería a la tierra, al suelo, sin embargo por primera vez había un matiz que implicaba extensión

« ¿La tierra, el aire, la selva?» le preguntó
 

«Todo lo que se mueve bajo el sol»

Eso ya estaba más claro

«Soy Cola Jorobada, mi nombre es el rugido y la forma de mi cuerpo» « ¿Base Doscientos?»

La criatura le transmitió una idea de algo donde colocar cosas y la amplifico hasta llenar el numero requerido como las cavernas de una montaña cada una conteniendo alguna parte de un cuerpo

«Eso es Base Doscientos, soy un ser Condensado de inteligencia»

Inteligencia, la cosa que les daba capacidades de cazador, Cola Jorobada apreciaba el poder de esa habilidad pero un cazador sin cuerpo a sus ojos era poca cosa y se lo hizo saber

La criatura levantó el aire y recorrió la piel de Cola Jorobada haciéndole cosquillas y por un momento le preocupó que pudiera dañarlo pero el rasguño anterior había sido realmente insignificante y se sentía capaz de detectar cualquier ataque pero para su sorpresa todo lo que sucedió fue una línea de luz recorriéndolo de atrás hacia adelante formando una red de luces que se movían hasta finalmente desaparecer

La arena frente a si se elevó tomando una forma idéntica a la suya y dio un paso y después otro pero era un cascaron hueco que se desmorono al mover la cola

«Carezco de información, Coja Jorobada, mi replica no será estable si no conozco la forma interna de un cuerpo para emular su comportamiento»

Otra vez esa habla extraña, aun así era claro lo que quería y por pura curiosidad estaría dispuesto a dejarle ver como descuartizaba una presa pero en medio de la nada tampoco estaban sobrados de posibilidades

Mientras tanto Base Doscientos revisaba el cuerpo del terasaurden del mismo modo en que lo había examinado y replico su cuerpo en arena, se elevó planeando con facilidad pero finalmente también se desmoronó en un rocío de arena

«Sin locomoción, sin soporte interno, sin toma de fuerza para maniobrar»

«Me lo he comido casi todo» respondió Cola Jorobada

«Asimilación de cuerpos, comprendido»

La tarde empezaba y era hora de proseguir el viaje, se levantaron y Base Doscientos le transmitió una imagen del desierto vista desde una altura enorme, más alta de lo que podría llegar cualquier ser volador, en esa imagen veía su posición y la distancia más rápida para salir así como las tierras y montañas que le seguían

«Camina rápido fuera de esta tierra estéril Cola Jorobada» «Debo regresar a mi maestro para hacer una petición pero nos volveremos a encontrar» « ¿Seguiremos en paz cuando eso suceda?» preguntó la criatura

«No nos podemos comer» le respondió

«Entonces, para tu comodidad cuando nos volvamos a ver puedes llamarme Piedra Cazador»

Base Doscientos formo un remolino que se hundió en la arena y que después salió de golpe hacia arriba, con una dirección clara Cola Jorobada se fue por su cuenta

3

Le tomó otros diez días salir y para entonces el cuerpo del terasaurden se había convertido en un pellejo reseco y duro que podría haber sido el de su espalda de no haber tomado esa precaución, por delante se extendía un páramo rocoso que debería evitar el paso del agua desde las tierras al otro lado, los vientos empujaban hacia el desierto evitando que la arena saliera pero había musgos en la roca, algunos tan duros como madera que se ablandaban a medida que se adentraba, era claro que esas plantas absorbían la escasa humedad que llegaba desde el otro lado secando el aire a medida que se iba, arrancó algunos para humedecerse la boca y porque de vez en cuando necesitaba pequeñas cantidades de hierba, el frescor le dio ánimos y corrió más y más sobre esa área rocosa agradecido de poder impulsarse con tanta eficacia, en algunos de aquellos musgos aparecían hormigas entrando y saliendo de ellos como animales en un bosque, eran tan pequeñas que apenas podía distinguirlas pero el montículo de sus hormigueros y la actividad alrededor las hacían visibles cuando estaban en grupo, mirándolas le pareció estar viendo otra vez desde la altura como le había mostrado Piedra Cazador

«Piedra Cazador» el nombre era extraño, indicaba que alguna roca inestable se caería aplastando a quien fuese tan tonto de moverla pero no era un nombre para una criatura viva, no le dio vueltas al asunto y siguió su camino

La zona rocosa terminaba pronto, o eso le parecía pero después de meditarlo un poco se dio cuenta de que nunca había corrido tanto tiempo de forma tan libre, siempre había estado rodeando piedras, cazadores y plantas así que debería tener una extensión mayor de lo que había notado, en cualquier caso el suelo se hacía suave y oscuro, una olfateada le indico que era tierra fértil y al seguir avanzando vio un saliente rocoso frente a la dirección que había estado recorriendo y que le evitaba ver el paisaje más adelante, se detuvo en seco para recuperar fuerzas pues el hambre volvía ante la posibilidad de nuevas presas pero era un extraño como extraños serían los cazadores que ya estaban establecidos así que debería ser cauteloso, se revolcó en la tierra para ocultar su olor aunque el aire desértico ya había hecho una gran limpieza en su piel, se calmó y le dio vuelta a la roca

Era una planicie salpicada de vegetación, nada demasiado exuberante considerando el buen aroma de la tierra, eso significaba que tenía poca agua y criaturas pequeñas, en las orillas unas flores amarillas dispersas parecían semejar un rastro de pisadas y los helechos no tenían la altura a la que estaba acostumbrado, parecía un mundo pequeño y eso lo decepciono

Se adentró en la vegetación disfrutando de la sombra y al pasar sobre un lecho de hierbas su pata izquierda se hundió en un agujero del que salió sin más problemas, no parecía haber nadie caminando y finalmente escucho el sonido del agua

Llegó trotando pues aunque tenía sed el agua también atraería a otras criaturas y al acercarse vio un desnivel del terreno  junto al que se movió para evitar ser visto, finalmente encontró una cascada desparramándose sobre una roca negra y ovalada tan grande como su propio tamaño, otras rocas en los alrededores le permitieron subir a ella para recibir el agua sobre su cuerpo, la bebió y tenía un gusto a piedra que le indicaba su procedencia de un manantial, el agua se iba por un lecho que se perdía entre curvas a la distancia y en ese momento empezó a preocuparle la soledad de esa tierra, en su mente se formaron las palabras que todo cazador deberia decir al menos alguna vez

 «Luce tranquilo, demasiado tranquilo»

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