5/3/10

Anima

Es de mañana y el mercado esta en plena actividad, la gente pasa de acá para allá mirando las mercancías que ofrece cada puesto, algunas se detienen y compran algo pero la mayoría se sigue de largo, buscando algo mas barato, en eso llega un muchacho que no para de mirar a un lado a otro, observa a los marchantes regateando por la fruta, al tendero diciéndole a una niña que nomás una es la prueba, que ya no se coma mas uvas, el muchacho sonríe con cierta satisfacción, como si hubiera encontrado algo que buscaba; pero se sigue de largo.

-Oiga joven -le dice un anciano al pasar frente a su puesto, el joven se voltea y se acerca a el
-Digame señor - y espera una respuesta, el anciano lo mira desde atrás de sus cejas grises y gruesas; parece que lo mirara desde la otra calle
- ¿Que anda buscando joven? -le pregunta el anciano
- ¿Y por que la pregunta Don?- le dice el muchacho
-Pos esque nomás lo veo que anda de acá pa’lla sin comprar nada, ¡pero como mira la gente!, y la mira y la mira igualito como las señoras miran la verdura con la que van a cer su comida - el joven sonríe frente a la comparación- ¿y ora por que se ríe joven? ¿on ta la gracia? Pos que yo no le dije ningún chiste, pero usté se ríe
-No me rió Don - le dice al fin el joven- pero me pareció graciosa la comparación, usted vera, yo estudio sociología y estoy haciendo un trabajo sobre las actitudes humanas, y tiene razón, es como si fuera a cocinar con lo que saque de la gente
-Tons es para su escuela… ya decía yo que se veía raro, oiga joven, ¿que dice que esta estudiando?
-Sociologia- le dice él, preguntándose si acaso el señor conoce el significado del término
- ¿Sociología? ¿y eso de que es joven?-le pregunta el anciano con la suficiencia de quien esta acostumbrado a ser ignorante pero que quiere saber al respecto
-Se trata de ver a la gente y saber como actúan- le responde con tacto, tratando de poner las palabras adecuadas al lenguaje de su interlocutor
- ¿La gente? le pregunta el anciano con sorpresa- ¿y pa que quiere usted ver la gente? -Para saber, para aprender -le dice el joven, que había anticipado la pregunta- para ver que tan distintas se portan las personas de aquí y las de otros lados, para saber como reaccionan en la vida
- ¡Pero si en todos lados la gente es igual! -le dice el anciano con un tono divertido- las gentes se ríen cuando están felices o si algo les hace gracia y cuando algo les duele mucho lloran, se encuentran su pareja y se juntan, tienen hijos y los cuidan ¿on’ta la diferencia joven?
-Pues mire Don- comienza el joven otra vez, preguntándose de que modo explicárselo- yo trato de entender que es lo que hace a cada persona diferente a otra, quiero saber que hace que usted sea como es usted y que hace que yo sea como soy yo
-O sea joven -le dice el anciano tras tomarse un tiempo para asimilar la respuesta- ¿que quiere ver como son las animas de la gente?, porque sabe usté joven, mis abuelos eran curanderos, y ellos decían que había algo en las gentes que no se les parecía de gente a gente; que por mucho que todos fueran de carne y hueso se les sentía algo diferente en cada uno, cuando les hacían una limpia o cuando los curaban de sus males me decían que podían saber quien hera quien nomás por eso que se les sentía a cada uno, que eso hera el anima y que cuando se les salía el anima se volvían nomás carne porque ya no tenían eso que hace gente a la gente ¿es eso lo que usté estudia joven?
-Pues así como lo dice usted Don, si se parece, aunque para sus abuelos hera mas espiritual que para mi
-Pero se parecen ¿o no joven?
-Pues de que se parecen se parecen -le respondió, considerando cambiar el enfoque de su trabajo a un « enfoque científico del estudio del alma» seguro de que impresionaría a su profesor
-Pos como le dije mis abuelos eran curanderos y vivían de eso, pero en la ciudad ya no hay curanderos, nomás doctores ¿Usté va a vivir de eso joven? ¿va a ser licenciado en eso que estudia?
-Pues si Don, voy a ser licenciado en sociología, por eso miro a la gente
-No pos yo soy viejo y con la edad se acostumbra uno a oír de todo, y luego los jóvenes como usté que salen con cada cosa nueva que a fin de cuentas es lo mismo -le dice ya mas alegre, luego se queda pensativo y por fin se anima a hacerle un ofrecimiento -Oiga joven ¿no quiere un pajarito?
- ¿Perdón? -le responde con cierta sorpresa a la extraña pregunta
- Pos si joven, mire usted que yo vendo pajaritos, mire usté -y le señala con un gesto las jaulas a su alrededor, el joven se había ensisimado tanto con el anciano que no se dio cuenta de ellas y por lo visto él lo habia notado - ¿pos que no había visto las jaulas joven? Se ve que nomás mira la gente -y se ríe con una risa tranquila de anciano
- Pues la verdad no las había visto, pero ya mirándolas ninguna tiene aves
- Los pajaritos están acá dentro joven, pásele, pásele -le dice mientras se levanta de su banco y lo guía al interior
- ¿Esta es su casa Don?-pregunta el joven al ver que entraron a un patio lleno de aves enjauladas
- Si joven, mire usté que yo vendo pajaritos, puede venir cuando quiera por uno nomás que en los días de plaza saco mis jaulas a la calle para que las vea la gente que viene por su compra; ¿que tal este? -le dice y le muestra un ave de tono beige y ojos rojos- es una cocolera, cantan bonito pero no mucho, si usté estudia seguro que le quedara mejor algo que no eche muchos trinos y estos pajaritos cantan grueso, seguro que le van a gustar
- Esta bonito -le dice el joven observando al ave con interés- pero la verdad no creo que sea conveniente comprar un ave, además no traigo dinero
- Esque me dijo que usté mira las gentes -le dice el anciano, tratando de que el muchacho se de cuenta que él no simplemente quiere venderle algo- por eso se me ocurrió que a lo mejor le gustaría mirar a los animalitos, ya ve que son como nosotros pero no se complican la vida con las cosas que nos inventamos a cada rato; eso decían mis abuelos, por eso se me ocurrió que a usté le servirían de algo para su escuela
- Pues la verdad es que esta en lo cierto -le dijo el joven comenzando a interesarse por el ave- pero yo rento un cuarto en una casa de huéspedes y el dueño no me dejaría tener una mascota, aunque fuera un ave
- Pos si ese es el problema orita lo arreglamos joven -le dice el anciano con una sonrisa que mas bien parece la de un niño, se va un momento y regresa con una jaula tapada con una suave tela negra semitransparente- esta es joven
- ¿Para que ave es? -pregunta extrañado al ver que la jaula esta cubierta pero no tiene nada
- Es un anima de pájaro -le responde el anciano con una gran sonrisa -mis abuelos me la dejaron cuando era un niño y si usté es como ellos seguro que le va a gustar joven
- ¿Un anima? -el muchacho mira la jaula solo para evitar la mirada del anciano, aun así trata de tomar en serio sus palabras -¿de verdad es el alma de un ave?
- Si joven, yo se que no me cree pero aquí dentro esta el anima de un pajarito que mis abuelos tenían y que querían mucho, pero se les murió y el ánima del pajarito como también los quería mucho a ellos se quedo en la jaula y les siguió cantando, nomás que ya no sabe como irse a donde se van las animas cuando se van, nomás que si le abre la puertita de su jaula a veces le da por irse y quien sabe a donde vaya a ir a dar la pobre anima del pajarito ¿no la quiere joven? Nomás porque es para usté se la doy joven, porque usté es como mis abuelos, a lo mejor el anima se encariña con usté
- Bueno, es que...
- ¡Animese joven! se regalo, que de todos modos las ánimas no se venden
- Pues la verdad...
- Tome joven, llevesela -le dice al tiempo que le pone la jaula en las manos -seguro que se encariña con ella
- Oiga pero...
- No joven, no me diga nada, nomás llevesela a donde viva -el anciano le pone una mano en la espalda y lo guía hasta la salida -bueno joven, ya no lo entretengo mas de sus asuntos, vaya a hacer lo que tenga que hacer, nomás llevese la jaula y no le quite en velo cuando le de el sol porque le molesta, como no tiene carne ni plumas que la tapen de la luz se encandila fácil, pero si es de noche puede quitárselo que la luz de la luna siempre es buena para las animas de los animalitos y también de la gente, se contenta con la luna y canta bonito; andele joven, vaya a su casa y háblele al anima para que se sienta contenta, ande, ande, vaya con cuidado.

El joven se alejo un poco desorientado por la experiencia, pensó en dejar la aparatosa jaula tirada en cualquier lugar, pero después de recordar que el anciano fue bastante amable decidió conservarla como un recuerdo del «enfoque científico del estudio del alma» y la llevo consigo, en la noche se preparo para ir a una fiesta a casa de un amigo y dejo la jaula abandonada sobre su escritorio, justo junto a la ventana.

Esa noche la luna estaba llena.

La luz caía a través del cristal e iluminaba el pequeño escritorio proyectando las sombras de los lápices de pie en su cilindro, esperando la faena del día siguiente, la jaula permanecía vacía pero entre la sombra de los barrotes se distinguía con claridad un ave, cantando tranquilamente en su nuevo hogar.

5 comentarios:

  1. Joé. Impresionante.
    El cuento me ha gustado mucho. Además, tratar sobre almas, sobre el fondo humano, sin ser pretencioso, y (¡Oh, Milagro), sin aburrir, es un doble mérito.
    Me ha gustado, los toques poéticos también.
    Toda una sorpresa.

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  2. Gracias por el comentario, le hace bien a mi digestion, digo, a mi autoestima

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  3. Me gusta cuando se describe algo "fantastico" como absolutamente natural.
    saludos!

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  4. Sip, es algo mas agradable que una fantasia lejana, la gente de mi pueblo suele ver las cosas de una manera similar aunque muy supersticiosa, creo que de ahi salio parte de la mecanica narrativa

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  5. El cuento lo narraste magistralmente(un par de erratas,pero no seré yo quien lance la primera piedra),lo que me sorprendió al final fué que no tuviese un fin sorpresa;lo cual está bien pues no considero ésto como requisito necesario para validar un relato.

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